Veinte años no es nada, decía la maravillosa canción “Volver” de aquel apuesto Carlos Gardel, allá por los años 30. Canción que puso la banda sonora a parte de mi infancia, cuando de niña, escuchaba a mi tía Carmen cantarla mientras sostenía una labor entre sus manos.
Canción que siempre me encogió el alma, como lo sigue haciendo hoy.
Mi tía la entonaba elevando el mentón y moviendo la cabeza suavemente, mientras cerraba los ojos para empaparse de recuerdos, de sueños, de juventud y de amor… Y la vivía de un modo tan delicado y profundo, tan bello, que siempre traspasaba mi corazón dejándolo encogido con un “no se qué” que años después logré entender.
Era su canción, su historia, su vida, su recuerdo… al que aferraba su alma, llorando por dentro lo que nunca vi llorar por fuera. A veces los ojos hablan cuando callan las palabras. Y aquellos ojos, ¡vaya si hablaban! Auténtica poesía sin rimas ni métricas, sin entonaciones ni ritmos, sin ni siquiera palabras. No hacía falta.
Era la poesía del silencio, de los recuerdos, del primer amor, de la lejanía, del salir a medianoche, de puntillas, casi huyendo, para evitar el desgarro de la despedida…
Precisamente era la despedida del viajero, del poeta, del que pierde, del que cambia, del que deja su tierra para nunca más volver…
Y es que veinte años no es nada… ni treinta, ni cincuenta, ni setenta siquiera, cuando se jugó el corazón a golpe de taxi de medianoche, mientras el fuerte latido quebraba su mente y su voz. Para siempre.
El resto de las noches agolparon sus recuerdos sobre su almohada. Eternamente. Y mientras tanto su piel blanca se ajaba y se deshacía de amor.
El mismo amor que hoy, décadas después, sigue latiendo con fuerza en esos mismos ojos, los ojos del llanto y de la pasión, de la entrega infinita y la paz. El mismo brillo que hoy encuentras en su mirada, sin buscarla…
A veces no me atrevo ni a mirarla, para no traspasar el destello de esa privacidad compartida, para no pisotear su alma blanca, para ni siquiera rozar el enorme corazón que late bajo su estampa encorvada por los años y por la ausencia.
Os dejo con Gardel, por si queréis “volver”.
Yo hoy, he vuelto.
Volver
Carlos Gardel
Yo adivino el parpadeo
De las luces que a lo lejos
Van marcando mi retorno
Son las mismas que alumbraron
Con sus pálidos reflejos
Hondas horas de dolor
Y aunque no quise el regreso
Siempre se vuelve al primer amor
La vieja calle donde el eco dijo
Tuya es su vida, tuyo es su querer
Bajo el burlón mirar de las estrellas
Que con indiferencia hoy me ven volver
Volver con la frente marchita
Las nieves del tiempo platearon mi sien
Sentir que es un soplo la vida
Que veinte años no es nada
Que febril la mirada, errante en las sombras
Te busca y te nombra
Vivir con el alma aferrada
A un dulce recuerdo
Que lloro otra vez
Tengo miedo del encuentro
Con el pasado que vuelve
A enfrentarse con mi vida
Tengo miedo de las noches
Que pobladas de recuerdos
Encadenen mi soñar
Pero el viajero que huye
Tarde o temprano detiene su andar
Y aunque el olvido, que todo destruye
Haya matado mi vieja ilusión
Guardo escondida una esperanza humilde
Que es toda la fortuna de mi corazón
Volver con la frente marchita
Las nieves del tiempo platearon mi sien
Sentir que es un soplo la vida
Que veinte años no es nada
Que febril la mirada, errante en las sombras
Te busca y te nombra
Vivir con el alma aferrada
A un dulce recuerdo
Que lloro otra vez
Es una hermosa y sentimental descripción del momento triste de la despedida de aquel ser que se ama y a quien no estamos seguros de VOLVER a ver
Mil gracias por tu comentario, muy amable.
Saludos
Marivi
Gracias por el artículo, soy porteño y amo a Gardel y el tango, por lo tanto Volver siempre me ha encantado, desde niño y siempre es hermoso saber que lo mismo ocurre en distintos países y épocas porque lo bueno es universal y eterno.
Gracias
Bernardo, las emociones son universales. Gardel y el tango también lo son. Nos pasan cosas por dentro, tenemos sensaciones, emociones, recuerdos… que mueven nuestra vela y forman parte de nuestra esencia.
Mil gracias por tu comentario
Saludos
Marivi